Con motivo de
la fiesta de Santa Teresa de Jesús, el día 15 de octubre, en el primer
aniversario de ser proclamado Doctor de la Iglesia San Juan de Ávila, he
intentado recordar en el anterior artículo, de una manera muy precisa, las
relaciones epistolares que mantuvieron la Mística Doctora con san Juan de
Ávila, al tener conocimiento que sólo Él, si leía el “Libro de su Vida”,
quedaría sosegada ante las continuas inquietudes que sembraban en su alma algunas
personas que tenían ascendencia en su
experiencia espiritual profunda.
Hoy pretendo
recordar la entrevista que sostuvo santa Teresa de Jesús con el discípulo
predilecto del Maestro Ávila DIEGO PÉREZ DE VALDÍVIA. Dejando para otro momento
su biografía completa, me circunscribo a enmarcar este momento histórico.
El Dr. Pérez
de Valdivia, por consejo de su maestro, aceptó ser arcediano de la catedral de
Jaén, como lo fue durante los años 1569 al 1574, aunque le había vaticinado
persecuciones que no tardaron en llegar. Sus enemigos le acusaron y la
Inquisición lo mantuvo encarcelado 1574 – 1577.
El Santo
Tribunal lo absolvió. Volvió a Jaén donde fue recibido con júbilo y alegría de
los buenos. Y como la dignidad que ostentaba fue la causa de tamaña persecución,
renunció a ella. El obispo procuró detenerle, más no fue posible al
responderle: Rvdmo. Sr., si V. Señoría no quiere que yo muera preso en la
cárcel del Santo oficio, no intente persuadirme.
Enterado que
la santa avulense estaba en Toledo y teniendo oportunidad de conocerla más de
cerca, por lo que de ella se hablaba, se entrevistó con la Madre Teresa de
Jesús el día 18 de febrero de 1577, que le compadeció como una madre, quedando
tan altamente impresionada que se sirvió
de él como mensajero presentándolo de este modo: “ …es el señor Diego Pérez el que lleva ésta, que he alabado harto a
nuestro Señor de verle libre. Bien parece siervo suyo de veras, pues así le ha
ejercitado nuestro Señor en padecer”.
El encuentro
con la Santa le sirvió para fortalecerse en la resolución de seguir la desnudez
de su Maestro el Padre Juan de Ávila, desasido de todo apoyo humano, confiando
en la divina providencia para vivir evangélicamente y con la idea de ofrecerse al Papa para ir a
tierra de infieles a predicar el evangelio, con vehemente deseo de ser mártir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario