El 18
de julio tuvo lugar en el salón de plenos del Ayuntamiento de Baeza la sexta
sesión de las Jornadas Los Jueves de Juan de Ávila con la ponencia “Falsas y
verdaderas reformas de la Iglesia según el Maestro Ávila”, impartida por
Monseñor D. Juan del Río Martín, miembro del Comité Ejecutivo de la Conferencia
Episcopal Española y Arzobispo castrense. El acto estuvo presidido por el Excmo
Sr. Alcalde del Ayuntamiento de Baeza, D. Leocadio Marín. La presentación del
ponente corrió a cargo de la Directora de las Jornadas, la Dra. Dña. Mª Dolores
Rincón González, Catedrática de Filología latina de la Universidad de Jaén y
Comisaria de la Exposición Juan de Ávila, el Maestro y su tiempo.
En su ponencia D. Juan del Río
reivindicó el papel de Juan de Ávila como figura universal de la verdadera
Reforma española, en el sentido de que su doctrina y el ejemplo de su vida y de
su ministerio sacerdotal siguen iluminando los caminos de la vida religiosa en
los tiempos actuales y lo acercan a los postulados del nuevo papa Francisco.
Por ello, el ponente destacó la faceta de Juan de Ávila como hombre cercano y
preocupado por la realidad social de su época, especialmente en el caso de los
pobres y huérfanos, así como de los niños y las mujeres. Asimismo, el ponente
señaló que algunos de los postulados reformadores de Juan de Ávila fueron
asumidos por el Concilio de Trento y por sínodos diocesanos.
D. Juan del Río prestó especial
atención a los hitos biográficos de Juan de Ávila que marcaron su vocación de
predicador itinerante y su idea de regenerar la Iglesia en los años en los que
el luteranismo estaba en plena efervescencia, como afirmó el propio Ávila,
“muchos eran los frentes y muy gastada estaba la cristiandad”. A continuación,
Monseñor Del Río fue desglosando de forma minuciosa y amena las ideas centrales
del reformismo de Juan de Ávila, particularmente sus claves teológicas y
pastorales, como hombre de pensamiento y acción que hizo posible el diálogo fe
y cultura en los tiempos convulsos por los que atravesó la Iglesia de su
tiempo.
El reformismo propugnado por
Ávila suponía renovar la Iglesia de su época armonizando la espiritualidad
interior con la necesidad de cambios estructurales y externos, en pos de una
Iglesia más humana y cercana, de ahí su crítica a la jerarquía eclesiástica
(especialmente en los relativo a la relajación de las costumbres y a la
necesidad de mejorar la deficiente formación de los clérigos) y sus denuncias
sociales (contra los juegos de azar, la usura, la codicia y los matrimonios
clandestinos, que declaró que no eran lícitos si se hacían sin testigos), sin
obviar sus propuestas de mejora sociales (descanso dominical para los obreros,
fomento de las escuelas públicas, etc.). La piedra de toque de su reformismo
fue el cristocentrismo y la idea de Dios humanado en la figura de Cristo
crucificado (Dios es amor y predica amor), es decir, su reforma va de dentro
hacia afuera, dado que, para Juan de Ávila, toda reforma verdadera debía “pasar
por el corazón del hombre”, pues la raíz del mal o del pecado está en el
corazón de las personas.
D. Juan del Río también destacó que Juan de Ávila se
adelantó a su tiempo por fomentar, conforme a las corrientes humanistas de la
época, la lectura asidua de las Escrituras, especialmente del Nuevo Testamento.
Su predicación y sus escritos estuvieron, además, centrados en la dimensión
sacramental y en la oración mental. Por ello, Ávila insistió, como revelan sus
sermones y cartas, en la importancia de que el pueblo conociera la doctrina
cristiana y frecuentara los sacramentos, y puso todos los medios para ello. Tal
fue el caso de su catecismo cantado para niños y su recomendación de la
Comunión frecuente, según indicó muy oportunamente el ponente.
Articulo recogido: CEE
(http://sanjuandeavila.conferenciaepiscopal.es/)
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