sábado, 5 de octubre de 2013

Primer Aniversario

En el primer aniversario de ser proclamado DOCTOR de la IGLESIA SAN JUAN DE ÁVILA.

Entre lo que cuentan de la vida del Padre Mateo de la Fuente, encontramos en la carta que les dirigió a sus monjes este fragmento: “Al Maestro Ávila hemos enterrado; lo tengo por gran dicha, por el  consuelo que de ello recibió de verme a su cabecera en tiempo de tanta estrechura, y él que tanto lo merecía y que tanto se lo debemos todos, como a buen Doctor que tanto ha trabajado en la iglesia de Dios y tanto fruto ha hecho en ella.”





¿Quién fue el Padre Mateo de la Fuente que le llevó a escribir tales palabras?

Lo de menos es que naciera cerca de Torrejón, en Alminuere en 1524; que fuera imitador de los eremitas S. Antonio Abad y S. Francisco de Paula; que tuviera noticia que en las sierras de Baeza hacían vida en soledad unos ermitaños y que partiera en su búsqueda para que lo recibiesen.

Lo de menos no era eso, sino que le surgió la duda, si con esto que hacía buscaba a Dios o se buscaba a sí mismo y llegando a su conocimiento que el Maestro Ávila era diestro en discernir espíritus y maestro en gobernar almas, en Montilla se presentó, al Maestro consultó, aprobándole su vocación y recibiéndolo por hijo.

Volvió a su soledad a La Albayda de Córdoba; oía misa en el convento de La Arruzafa; se pasó a las montañas de D. Martín (Sierra Morena) en el término de Hornachuelos por donde pasa el rio Bembejar.


Consultando de nuevo al Maestro Ávila si debiera estar acompañado, llevó consigo al hermano Diego Vidal; se retiraron cerca de la ermita de Nuestra Señora de la Sierra; admitieron en su  compañía más ermitaños, subieron a las cumbres de Sierra Morena y se establecieron en El TARDÓN. Durante ocho años compartieron vida el Padre Mariano de Benito y Fray Juan de la Miseria, que después serían carmelitas descalzos.  

El Papa Pio V, despachó un Breve para que todos los ermitaños estuviesen sujetos a prelados, eligiesen una regla aprobada y se redujesen a conventos. Al punto, eligieron la regla de San Basilio y fundose el convento del TARDÓN.


El padre Mateo, reconoce como maestro y bienhechor a Juan de Ávila, por cuyo consejo y dirección encaminó nuestro Señor esta reforma de la orden de San Basilio.

Enfermo como estaba, una de las veces que salió a curarse fue a Montilla, más gustoso por ver al  Maestro Ávila que por curarse y estando aquí sucedió la muerte de JUAN DE ÁVILA al que asistió providencialmente consolándolo y confortándolo en aquel amargo trance.



En el primer aniversario de ser proclamado DOCTOR DE LA IGLESIA SAN JUAN DE ÁVILA, justo es que el mundo recuerde también que éste discípulo suyo, que con virtud heroica abrazó la perfección evangélica, fue el primero en llamarle DOCTOR. 

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