En el “Libro – Guía” de la ruta avilista baezana, al hablar
de la breve historia de la fundación de la universidad nos encontramos con tan singular discípulo,
puesto al frente de ella por el Maestro Ávila. Igualmente nos encontraremos con
él, en la introducción a la “ruta de los discípulos” y en el Apéndice del
libro-guía veremos la relación que tuvo con la inquisición viniendo a ser el
primer discípulo encarcelado del Maestro Ávila.
Ahora, me limito a transcribir lo que de él nos dice el
historiador Ruiz de Mesa en Vida y Obras del Venerable Maestro Juan de Ávila,
cuando en el libro segundo habla de los elogios y vidas de algunos de sus
discípulos.
Corta quedará la más feliz elocuencia que se animare a
mostrar lo que fue el Venerable varón el Doctor Bernardino de Carleval, uno de
los de mayor nombre, de mayor caudal, y letras de los discípulos que tuvo el
Padre Maestro Ávila.
Siendo Colegial y Rector del Colegio Real de Granada, mozo
de floridos estudios y talento; predicando en esta ciudad el Padre Maestro
Ávila, dijo un día a un compañero: Vamos a oír a este idiota, veamos como
predica:
Oyó al Varón Apostólico
las verdades Evangélicas, predicando con tal fuerza y valentía, que se
halló tan trocado de la mano de Dios, y de su amor, que de allí en adelante lo
oía con suma veneración, y gusto; continuando
sus Sermones, comenzó a tratar con el Santo Maestro, y frecuentar su casa, con
resolución de abrazar la virtud en su mayor perfección: Contaba él después este
suceso con lágrimas, reconociendo la virtud Divina, que iba envuelta en las
palabras de este gran Predicador.
Habiéndose fundado años después la Universidad de Baeza, le
trajo el Padre Maestro Ávila para que fuese la piedra fundamental de estos
estudios, como de verdad lo fue, y el primero que se graduó de Licenciado,
Maestro y Doctor, leyó en ellas la
sagrada teología muchos años; dio gran ejemplo de todas las virtudes, en especial
de la pobreza evangélica con un desprecio grande del mundo y de sus cosas, no
admitió renta ni beneficio eclesiástico, contento con el dispendio de su
cátedra.
Permaneció leyéndola lo que le duró la vida, sin aspirar a
Prelacías, de que era benemérito. Vivía pobremente en un aposento de las
Escuelas, y hombre doctísimo ejercitaba por su persona las órdenes que dejó el
Padre Maestro Ávila: Acudía al Hospital los sábados a servir a los pobres y componerles las camas: Hacía pláticas a los
Estudiantes, salía por las calles desde la Universidad, cantando la doctrina,
predicaba en la plaza y muchas veces en las Parroquias y Conventos de Monjas.
Sucedió en el Patronazgo de la Universidad al padre Maestro
Ávila, y en el espíritu y celo de la salvación de las almas. Fue uno de los
Varones Apostólicos y Religiosos que tuvo la Universidad de Baeza, y aún
España: plantó la virtud en “las Escuelas” y en todas partes. Fue tanto su
deseo de la conversión de las almas, que continuamente aconsejaba a otros predicadores
que predicasen a Cristo crucificado,
tema único de su gran maestro.
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