lunes, 2 de diciembre de 2013

LA EVOLUCIÓN DEL DOGMA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN


No siempre se ha celebrado y  ha tenido el rango de solemnidad la Fiesta de la Inmaculada Concepción. Cabe recordar que dicha fiesta tuvo su origen  en los monasterios de Palestina hacia el siglo VII. Los monjes de oriente la incluyeron en sus liturgias; desde el siglo IX se celebraba el 9 de diciembre; En algunos lugares de la Iglesia de occidente, también por influjo de los monasterios, empezó celebrándose, desde el siglo XII, el 8 de diciembre.

Después que se superaran las principales polémicas inmaculistas, porque los teólogos no llegaban a ponerse de acuerdo y por tanto la Iglesia católica no quiso definir ni determinar que el pueblo cristiano estuviese obligado a creer como cosa de fe, la limpia Concepción de Nuestra Señora, sin embargo el hospital más grande que disponía la Ciudad de Baeza estaba bajo la advocación de la limpísima Concepción de la Virgen Santísima María.


Los Sumos Pontifices favorecieron la creencia en la Inmaculada Concepción: SIXTO  IV  adoptó la fiesta en 1476 para toda la Iglesia Latina. Las más prestigiosas Universidades desde 1479 (Leipzig) defendieron sin fisuras, e incluso con exigencia de juramento para sus profesores el misterio de la Inmaculada Concepción: Así París (Sorbona 1496), Colonia  (1499) y Valencia (1530); Le siguieron  a partir de 1617 las Universidades de GRANADA, ALCALÁ, BAEZA (a la que dedicaremos un articulo aparte), SANTIAGO, ZARAGOZA, SALAMANCA, COIMBRA, MEXICO Y LIMA  entre otras.

S. JUAN DE ÁVILA, según la teología de la época, va a influir poderosamente. Él afirma continuamente la fe sobre la Inmaculada: “No nace en noche de pecado, ni fue concebida en él” (sermón 61, 14). Su discípulo predilecto, DIEGO PÉREZ DE VALDIVIA  escribirá el primer tratado teológico en castellano sobre la Inmaculada. ( a dicho tratado le dedicaremos otro artículo )


En 1593 la Congregación General de los Jesuitas emitió un edicto, haciendo oficial la doctrina inmaculista. Años más tarde en 1617  PAULO  V decretó que no debía enseñarse publicamente que María fue concebida en pecado original. Muchas órdenes religiosas apoyaban esta doctrina: Los franciscanos eligieron en 1645 como patrona a la Madre Inmaculada. El Papa ALEJANDRO VII declaró en 1661 como objeto de fe (verdad revelada por Dios) que María no fue tocada por el pecado original en el primer momento de la creación de su alma y su infusión en el cuerpo.


Será en el año 1854 cuando el Papa  PIO  IX  defina solemnemente el dogma de la INMACULADA CONCEPCIÓN: “La Virgen María, en el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia  concedidos por Dios, en vista de los méritos de Jesucristo, Salvador del  linaje humano, fue preservada de toda mancha de pecado original”.

Esto es, a grandes rasgos, lo que se conoce en la Iglesia Católica como “evolución del dogma”. Una verdad de fe contenida en el depósito de la Revelación (Sagrada Escritura y Tradición de la Iglesia), que necesita del tiempo para darle forma y sea entendida perfectamente.

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