Extramuros de la ciudad
hay un hospital de mucha caridad y devoción, bajo la advocación de la
limpísima Concepción de la Virgen Santísima María, donde se curan enfermos de
calenturas y heridas, con mucha caridad, aseo y cuidado, con la renta que
tiene y limosnas de la Ciudad, que se le
hacen grandes. En el archivo municipal, año 1529, se encuentran las Ordenanzas
de la Cofradía y Hospital de la Purísima que se conocía de tiempos
inmemoriales, erigido según parece después de reconquistada la Ciudad.
Los estatutos dados por el Maestro Ávila a la naciente
Universidad (en paradero desconocido) debían recoger su pensamiento: en cada
enfermo está Cristo esperando, tanto para santificarle, como para estimular a
otros hermanos a la caridad. La acción apostólica deberá, pues, derivar a ese campo de caridad,
que es prioritario y se concretará en los hospitales. El servicio a los
enfermos ocupará un lugar muy importante en las actividades que los profesores
y alumnos de estas Escuelas han de llevar a cabo los sábados. No es de extrañar que FRANCISCO HERNÁNDEZ, de quién
hablaremos más ampliamente participara en estos menesteres caritativos con los
enfermos.
En este Hospital gastó lo más de su vida y murió en él una
gran sierva de Dios, hermana del santo Doctor Diego Pérez, sirviendo y curando
a los enfermos con mucha misericordia: de cuya bondad, virtud y humildad santa,
si hubiera de escribir, pudiera hacer particular, grande y devota historia,
como la de su hermano.
FRANCISCO
HERNÁNDEZ
Se crió desde niño en casa del Padre Maestro Ávila, al lado
de los Doctores Carleval y Valdivia; quizá aprendió a leer y escribir en dichas
Escuelas. Tuvo por oficio enseñar la doctrina cristiana a los niños de Baeza y
esto le bastó para predicar mucho tiempo y con gran fruto. Salió de las
Escuelas, tan fervoroso y devoto del santísimo Sacramento que el día del CORPUS
parecía salirse de juicio: Solía ir disfrazado como un Rey David delante del
Arca de la Alianza, en compañía de todos los muchachos que iban cantando
alabanzas a Dios.
FRANCISCO de CUADROS ALFEREZ, Prior de San Andrés, nacido en
1575, refiere haberlo conocido, por ser su Maestro en el Colegio de Niños donde
él se enseñó a leer y escribir. Recuerda verle con hábito de clérigo sin serlo
y oírle predicar en las plazas de la Ciudad y de oír con admiración a muchos
decir: ¿cómo este hombre predica, pues no ha estudiado?
PEDRO DE LOMAS clérigo, presbítero y feligrés de San Pablo,
dice haber sabido por los Padres Carmelitas Descalzos que el Colegio de Niños
ha tenido Rectores de gran espíritu y veneración y uno de ellos fue FRANCISCO
HERNÁNDEZ que por muchos años gobernó este Colegio con gran santidad y sin ser
hombre de letras hacía pláticas a los
Niños y en la plaza de esta Ciudad.
Bernardino de Carleval, lo puso más por su celo que por sus
letras al frente del Colegio de los niños erigido en Úbeda. Por aquel entonces
1575, según parece, visitó en la villa de Beas a Santa Teresa, quedando ésta un
tanto sorprendida. La Inquisición puso los ojos en él, teniéndolo en prisión
hasta 1577 que lo sentenciaron. Quedó tocado de pasar por esta prueba y desde
entonces comenzó a pensar en darle un giro a su vida. Se fue encariñando con la
espiritualidad carmelitana, cambió el hábito de clérigo por el pardo
carmelitano, vistiéndoselo el Padre Gracián de la Madre de Dios, que terminaba
de fundar convento en Úbeda, tomando por nombre FRAY FRANCISCO DE JESÚS, EL
INDIGNO. )
Volviendo a lo que fuere el Hospital de la Concepción que el
Maestro Ávila frecuentara para atender y cuidar de los pobres y enfermos; tanto
el Hospital como la Capilla anexa fueron sufriendo transformaciones.
El obispo Moscoso, preocupado por el desarrollo del Concilio
de Trento, le lleva entre otras cosas, a preocuparse de las fundaciones
benéficas destinadas a los más necesitados. Así, levantó en lo que fuera la
antigua Iglesia de la Concepción, que existía contigua a la de San Francisco,
otra de mayor dimensión que data de 1625, remodelando todo el complejo hospitalario,
aportando de su propio peculio gran parte del dinero necesario.
La fachada que da al SO es interesante. Emula a la contigua
del convento de San Francisco. Interesa resaltar el tema mariano que anima y domina la
portada. Un cuadro en relieve de la Purísima Concepción rodeada de los símbolos
que la enaltecen, junto con los escudos laterales de la Ciudad y del obispo
Moscoso.
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