lunes, 9 de diciembre de 2013

LA CONCEPCIÓN, SAN JUAN DE ÁVILA y los CARMELITAS DESCALZOS. Parte I

Extramuros de la ciudad  hay un hospital de mucha caridad y devoción, bajo la advocación de la limpísima Concepción de la Virgen Santísima María, donde se curan enfermos de calenturas y heridas, con mucha caridad, aseo y cuidado, con la renta que tiene  y limosnas de la Ciudad, que se le hacen grandes. En el archivo municipal, año 1529, se encuentran las Ordenanzas de la Cofradía y Hospital de la Purísima que se conocía de tiempos inmemoriales, erigido según parece después de reconquistada la Ciudad.


Los estatutos dados por el Maestro Ávila a la naciente Universidad (en paradero desconocido) debían recoger su pensamiento: en cada enfermo está Cristo esperando, tanto para santificarle, como para estimular a otros hermanos a la caridad. La acción apostólica  deberá, pues, derivar a ese campo de caridad, que es prioritario y se concretará en los hospitales. El servicio a los enfermos ocupará un lugar muy importante en las actividades que los profesores y alumnos de estas Escuelas han de llevar a cabo los sábados. No es  de extrañar que FRANCISCO HERNÁNDEZ, de quién hablaremos más ampliamente participara en estos menesteres caritativos con los enfermos.

En este Hospital gastó lo más de su vida y murió en él una gran sierva de Dios, hermana del santo Doctor Diego Pérez, sirviendo y curando a los enfermos con mucha misericordia: de cuya bondad, virtud y humildad santa, si hubiera de escribir, pudiera hacer particular, grande y devota historia, como la de su hermano.

FRANCISCO HERNÁNDEZ


Se crió desde niño en casa del Padre Maestro Ávila, al lado de los Doctores Carleval y Valdivia; quizá aprendió a leer y escribir en dichas Escuelas. Tuvo por oficio enseñar la doctrina cristiana a los niños de Baeza y esto le bastó para predicar mucho tiempo y con gran fruto. Salió de las Escuelas, tan fervoroso y devoto del santísimo Sacramento que el día del CORPUS parecía salirse de juicio: Solía ir disfrazado como un Rey David delante del Arca de la Alianza, en compañía de todos los muchachos que iban cantando alabanzas a Dios.


FRANCISCO de CUADROS ALFEREZ, Prior de San Andrés, nacido en 1575, refiere haberlo conocido, por ser su Maestro en el Colegio de Niños donde él se enseñó a leer y escribir. Recuerda verle con hábito de clérigo sin serlo y oírle predicar en las plazas de la Ciudad y de oír con admiración a muchos decir: ¿cómo este hombre predica, pues no ha estudiado?


PEDRO DE LOMAS clérigo, presbítero y feligrés de San Pablo, dice haber sabido por los Padres Carmelitas Descalzos que el Colegio de Niños ha tenido Rectores de gran espíritu y veneración y uno de ellos fue FRANCISCO HERNÁNDEZ que por muchos años gobernó este Colegio con gran santidad y sin ser hombre de letras  hacía pláticas a los Niños y en la plaza de esta Ciudad.


Bernardino de Carleval, lo puso más por su celo que por sus letras al frente del Colegio de los niños erigido en Úbeda. Por aquel entonces 1575, según parece, visitó en la villa de Beas a Santa Teresa, quedando ésta un tanto sorprendida. La Inquisición puso los ojos en él, teniéndolo en prisión hasta 1577 que lo sentenciaron. Quedó tocado de pasar por esta prueba y desde entonces comenzó a pensar en darle un giro a su vida. Se fue encariñando con la espiritualidad carmelitana, cambió el hábito de clérigo por el pardo carmelitano, vistiéndoselo el Padre Gracián de la Madre de Dios, que terminaba de fundar convento en Úbeda, tomando por nombre FRAY FRANCISCO DE JESÚS, EL INDIGNO. )

Volviendo a lo que fuere el Hospital de la Concepción que el Maestro Ávila frecuentara para atender y cuidar de los pobres y enfermos; tanto el Hospital como la Capilla anexa fueron sufriendo transformaciones.


El obispo Moscoso, preocupado por el desarrollo del Concilio de Trento, le lleva entre otras cosas, a preocuparse de las fundaciones benéficas destinadas a los más necesitados. Así, levantó en lo que fuera la antigua Iglesia de la Concepción, que existía contigua a la de San Francisco, otra de mayor dimensión que data de 1625, remodelando todo el complejo hospitalario, aportando de su propio peculio gran parte del dinero necesario.

La fachada que da al SO es interesante. Emula a la contigua del convento de San Francisco. Interesa resaltar  el tema mariano que anima y domina la portada. Un cuadro en relieve de la Purísima Concepción rodeada de los símbolos que la enaltecen, junto con los escudos laterales de la Ciudad y del obispo Moscoso.

                                           

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