miércoles, 11 de diciembre de 2013

LA CONCEPCIÓN, SAN JUAN DE ÁVILA y los CARMELITAS DESCALZOS. Partes III

LOS  CARMELITAS DESCALZOS

Hemos de retroceder en el tiempo para ver el nexo existente entre LOS CARMELITAS DESCALZOS y SAN JUAN DE ÁVILA.

(Aparte de lo que conocemos por la llamada “ESCUELA SACERDOTAL DEL MAESTRO ÁVILA”, su labor de dirección y discernimiento (dones para los que estaba singularmente dotado) se concentra en sugerir a cada uno de sus discípulos el camino que pueden seguir en orden a alcanzar la santidad de vida. Uno de estos caminos fue el de la vida eremita, y en este aspecto tuvo una singular importancia el Monasterio del Tardón.


 Sintetizando diré  que en el desierto DEL TARDÓN vivieron ocho años  el Padre Mariano de San Benito, (que con Santa Teresa vendría a ser una gran columna de la orden carmelita descalza) y Fray Juan de la Miseria, raro ejemplo de santidad (será quién pinte a Santa Teresa). De este desierto hará mención Santa Teresa en el capítulo 16 del Libro de las Fundaciones. Al hablar del Padre Mariano que le relata la vida ermitaña que llevaban, dirá la santa “    PARECIOME EL RETRATO DE NUESTROS SANTOS PADRES”.

La estancia de dichos Padres en el TARDÓN se debe a que el Padre Mateo fue el primer ermitaño en instalarse en este lugar, uniéndose a él el Padre Diego Vidal de la orden de San Basílio, con el visto bueno del Maestro Ávila. Dicho Padre le persuadió para que recibiesen más ermitaños llegando a la conclusión  que habían de consultarlo con el Maestro Ávila que si él dijera que los recibieran, lo harían.


Comenzóse a poblar de hombres santísimos, llegando  a cuarenta en poco tiempo. Entre  éstos estaban el Padre Mariano de San Benito y Fray Juan de la Miseria que juntos con otros pasaron a engrosar las filas del Carmelo Reformado.

SANTA TERESA  de  JESÚS

Aparte de recibir a Francisco Hernández cuando estuvo fundando en la villa de BEAS, antes lo hizo en Malagón el rector de la Universidad Dr. Bernardino de Carleval comprobando personalmente lo que de ella se decía y más tarde, antes de emprender camino para Barcelona,  en Toledo, lo hizo el Dr. Pérez de Valdívia, quedando la santa hondamente impresionada al descubrir en él el hombre de Dios que era.


Muy poco tiempo, antes de la muerte de San Juan de Ávila, tuvo Santa Teresa de Jesús ocasión que el Padre Maestro la confortará y devolviera la paz a su espíritu. Ella nunca se sentía segura del todo, por grandes que fuesen las misericordias de Dios y las mayores letras de España, los hombres más espirituales le certificasen de su buen camino; más porque no quedase medio por intentar de su parte, resolvió dar de sí cuenta a la Iglesia y someterse en todo a su juicio.


Fue D. Francisco de Salazar, Inquisidor Apostólico y luego Obispo de Salamanca, quién para más seguridad le aconsejó pusiese por escrito todo lo que sentía  y había pasado por su interior, con toda llaneza y verdad y lo enviase al Padre Maestro Ávila que la entendería mejor y que con la respuesta que él le diese se sintiera segura y que no había de temer.

La carta llegó al destinatario, después de muchas peripecias, con tiempo suficiente para que el Maestro Ávila le respondiera. Todos los que han escrito de la Santa han hecho gran estima de la aprobación dada por el Padre Maestro.


El santo obispo de Tarazona Fray Diego de Yepes, Jerónimo, confesor de Felipe II y de la Santa.

Fray Jerónimo Gracián, Prior del convento de Úbeda: “con esta carta se tranquilizó la Santa, cosa que antes no había podido”.

El P. Francisco de Ribera S.I., hablando de esta carta dice “tanto fruto hizo siempre con sus palabras y con sus escritos”

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