lunes, 21 de octubre de 2013

A TODOS LOS SEÑORES DE ESTOS REINOS

 “A UN SEÑOR DE ESTOS REINOS” es el título de  la conocida carta 22 de San Juan de Ávila a un gobernante de su tiempo que no teniendo las ideas muy claras y deseando mejorarlas, al  tener referencias fidedignas del espíritu de consejo con que estaba dotado el insigne Maestro Ávila no dudó, con gran atrevimiento y humildad, dirigirse a él, pidiéndole orientación ya que tenía a su cargo vasallos y pretendía ejercer sobre ellos su autoridad lo más dignamente posible.




A TODOS LOS SEÑORES DE ESTOS REINOS me gustaría dirigir esta carta, aunque no me hayan pedido consejo ni opinión; pero como ciudadano me afecta y duele mucho la situación  que estamos padeciendo.

Las circunstancias que estamos viviendo nos aconsejan a los ciudadanos de a pie que, haciendo uso de nuestra corresponsabilidad, ofrezcamos los medios que estén a nuestro alcance  para ponerlos a disposición de quienes nos gobiernan.

El sentir popular se plantea con enorme preocupación a quién debería encomendar  la tarea de gobierno cuando contempla con desesperación la evolución de los gravísimos problemas que nos aquejan (“¿qué podríamos hacer?”); porque las cosas van de mal en peor.


Una opción posible sería que los gobernantes se dejaran llevar por los mismos sentimientos nobles y sinceros de este señor del reino que teniendo vasallos a su cargo  y pretendiendo poner remedio eficaz a la injusticia imperante acudió a Juan de Ávila para que lo orientara.

Pero para acabar con semejante crisis NUESTROS GOBERNANTES tenían que estar dotados de la suficiente humildad para tomar conciencia de la situación de gravedad extrema a la que hemos sido abocados, como NAAMÁN, general del ejército del rey sirio, que se sintió enfermo de lepra. (2º Libro de los Reyes 5.1-15)


NUESTROS GOBERNANTES necesitarían que alguien cercano (como hizo la criada de la mujer de Naamán cuando le dijo a su señora: ”ojalá mi Señor fuera a ver al profeta de Samaría; él lo libraría de su enfermedad”), les dijera: Señores míos: “ si leyeseis  a San Juan de Ávila sus escritos os sanarían.
  
NUESTROS GOBERNANTES tendrían que tener el arresto de acometer la sanación que está reclamando la sociedad, como lo tuvo NAAMÁN, y sin escatimar en nada hacer un sobreesfuerzo, doblegar su orgullo y siquiera por una vez escuchar a quien tienen más cerca, SU CONCIENCIA, y entrar en la duda que le entró a NAAMÁN, cuando le dijeron sus siervos: “Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo que te prescribe  para quedar limpio es simplemente que te bañes.”. ¿Qué perdemos, con leer la carta 22?.

 Lo cierto es, que NAAMÁN accedió: hizo lo que le ordenó el profeta y su carne quedó limpia como la de un niño y volviendo con su comitiva y presentándose al profeta, dijo: Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel.


SEÑORES DE ESTOS REINOS: Ojalá que alguien cercano deje caer esta carta 22 en vuestras manos y ávidamente la leyerais ahora que se han puesto de moda los escritos de San Juan de Ávila  al ser declarado “Doctor de la Iglesia”. Aunque no os pudiera interesar dejaros asesorar por directrices eclesiásticas tened en cuenta que Naamán, general del ejército del rey sirio, no tuvo reparo alguno ya que el interés que le primaba era el de sanar a toda costa.

Ojalá que os dierais cuenta  de que más que una  enfermedad  es una epidemia la que está afectando y asolando  nuestra sociedad. Ojalá asumierais en vuestros razonamientos y pensamientos el contenido de la mencionada carta y terminarais  haciendo profesión de fe.

SEÑORES DE ESTOS REINOS: ¡Qué satisfacción nos daríais a los ciudadanos! ¡Qué orgullosos nos sentiríamos de vosotros!.


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