viernes, 28 de junio de 2013

EL CONVENTO DE SAN ANTONIO Y LA RUTA AVILISTA BAEZANA


Tres personajes ilustres se dan cita en este secular monasterio de clarisas.

Por el hecho que se contemple en el itinerario avilista baezano en la tercera ruta o ruta que ha venido en llamarse de los conventos o de las órdenes religiosas, no quiere decir que el convento de san Antonio ocupe un lugar menos importante, pues con la mente puesta en este convento debió fraguarse la reforma del monasterio de la Encarnación de Granada.



Históricamente está probado que D. Gaspar Dávalos nació en la Puerta de Segura (Jaén) – una placa erigida junto a la parroquia de La Puerta de Segura nos lo recuerda – De corta edad, sus padres fijaron la residencia en Baeza; su hermana la joven Isabel Dávalos en el año 1534 profesó en el convento de san Antonio, mientras su hermano, la carrera sacerdotal lo llevó de ser obispo de Guadix a que Paulo III lo promoviese a arzobispo de Granada.




Este gran prelado y siervo de Dios, escribirá fray Luis de Granada “entendiendo la excelencia y eficacia de la doctrina del maestro Ávila, se alegraba de cómo Dios le había dado tal ayudador para descargo de su obligación”. En efecto, conocedor de su vida y virtudes lo quiso para su  arzobispado dándole aposento en un cuarto apartado de su misma casa, ayudándose de su consejo en todas las cosas de importancia.

Cuando en octubre de 1539 el maestro Ávila dice de trasladarse a Baeza con la finalidad de hacerse cargo de la Academia que el clérigo baezano Rodrigo López, familiar de Paulo III, quería fundar en su Baeza natal, mediante bula papal otorgada en 1538, no nos cabe la menor duda que el arzobispo recordara y confiara a su cuidado espiritual a su hermana Isabel, profesa en san Antonio hacía ya cinco años y así fue.




Entre otros cometidos apostólicos, aparte de hacerse cargo de la Academia, tuvo el de predicar y tratar con la gente espiritual. Sus primeras dirigidas debieron ser las monjas clarisas de san Antonio: seminario de señoras nobles en virtud y sangre.





Durante tres años que sepamos las trató espiritualmente; ya que hasta el año 1542 perseveró sor Isabel de la Cruz en este convento, en su rincón de san Antonio, y le hubo de dejar por obediencia yendo a Granada con otras religiosas para una fundación.




Su hermano don Gaspar Dávalos, compadecido de la situación en  que se encontraban las monjas clarisas del convento de la Encarnación de Granada – que eran pocas y desvalidas – para dar forma a este convento, trajo de san Antonio de Baeza  a sor Aldonza de Jesús y a sor Luisa Maria ( en el siglo Dª Aldonza de Mendoza  y a Dª Luisa de Niquesa, descendiente de Pedro de Niquesa y Dª Leonor de Ávalos, señores de la villa de Tovaruela, discípulas del maestro Ávila y deudas cercanas del arzobispo) y a su hermana sor Isabel de la Cruz.



Aunque marcharon a Granada no dejaron de ser atendidas espiritualmente por el maestro Ávila que les ayudó grandemente en la reforma que habían de acometer. Lo cierto es que asistió a la restauración de este monasterio al tiempo que predicaba en la iglesia mayor el día de la Octava del Corpus del año 1542.

El maestro Ávila, miró siempre con cariño este monasterio restaurado; le ayudó  espiritualmente con sus cartas y escritos que se leían en el noviciado y con la asistencia de su buen discípulo el P. Pedro Navarro de la Compañía de Jesús.

Como no mirarlo con cariño y demostrar que así lo hacía, si las monjas encargadas de la reforma con la abadesa al frente, sor Isabel de la Cruz y quién las asistía eran discípulos suyos.

En el elenco de discípulas y discípulos que aparecen en la exposición “El maestro Ávila y su tiempo” que durante los meses de junio y julio tenemos ocasión de visitar en la Sala de Exposiciones del Excmo. Ayuntamiento de Baeza, quedan reflejadas.




Por el sitio que ocupó en la vida del maestro Ávila, por lo aquí expuesto, por los recuerdos que nos trae, merece la pena ser visitado este punto de la ruta avilista baezana. 

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