LOS CARMELITAS DESCALZOS
Hemos de retroceder en el tiempo para ver el nexo existente
entre LOS CARMELITAS DESCALZOS y SAN JUAN DE ÁVILA.
(Aparte de lo que conocemos por la llamada “ESCUELA SACERDOTAL DEL MAESTRO ÁVILA”,
su labor de dirección y discernimiento (dones
para los que estaba singularmente dotado) se concentra en sugerir a cada uno de
sus discípulos el camino que pueden seguir en orden a alcanzar la santidad de
vida. Uno de estos caminos fue el de la vida eremita, y en este aspecto tuvo una singular importancia el
Monasterio del Tardón.
Sintetizando
diré que en el desierto DEL TARDÓN
vivieron ocho años el Padre Mariano de
San Benito, (que con Santa Teresa vendría a ser una gran columna de la orden
carmelita descalza) y Fray Juan de la Miseria, raro ejemplo de santidad (será
quién pinte a Santa Teresa). De este desierto hará mención Santa Teresa en el
capítulo 16 del Libro de las Fundaciones. Al hablar del Padre Mariano que le
relata la vida ermitaña que llevaban, dirá la santa “ PARECIOME EL RETRATO DE
NUESTROS SANTOS PADRES”.
La estancia de dichos Padres en el TARDÓN se debe a que el
Padre Mateo fue el primer ermitaño en instalarse en este lugar, uniéndose a él
el Padre Diego Vidal de la orden de San Basílio, con el visto bueno del Maestro
Ávila. Dicho Padre le persuadió para que recibiesen más ermitaños llegando a la
conclusión que habían de consultarlo con
el Maestro Ávila que si él dijera que los recibieran, lo harían.
Comenzóse a poblar de hombres santísimos, llegando a cuarenta en poco tiempo. Entre éstos estaban el Padre Mariano de San Benito y
Fray Juan de la Miseria que juntos con otros pasaron a engrosar las filas del
Carmelo Reformado.
SANTA TERESA de
JESÚS
Aparte de recibir a Francisco Hernández cuando estuvo
fundando en la villa de BEAS, antes lo hizo en Malagón el rector de la
Universidad Dr. Bernardino de Carleval comprobando personalmente lo que de ella
se decía y más tarde, antes de emprender camino para Barcelona, en Toledo, lo hizo el Dr. Pérez de Valdívia,
quedando la santa hondamente impresionada al descubrir en él el hombre de Dios
que era.
Muy poco tiempo, antes de la muerte de San Juan de Ávila,
tuvo Santa Teresa de Jesús ocasión que el Padre Maestro la confortará y
devolviera la paz a su espíritu. Ella nunca se sentía segura del todo, por
grandes que fuesen las misericordias de Dios y las mayores letras de España,
los hombres más espirituales le certificasen de su buen camino; más porque no
quedase medio por intentar de su parte, resolvió dar de sí cuenta a la Iglesia
y someterse en todo a su juicio.
Fue D. Francisco de Salazar, Inquisidor Apostólico y luego
Obispo de Salamanca, quién para más seguridad le aconsejó pusiese por escrito
todo lo que sentía y había pasado por su
interior, con toda llaneza y verdad y lo enviase al Padre Maestro Ávila que la
entendería mejor y que con la respuesta que él le diese se sintiera segura y
que no había de temer.
La carta llegó al destinatario, después de muchas
peripecias, con tiempo suficiente para que el Maestro Ávila le respondiera.
Todos los que han escrito de la Santa han hecho gran estima de la aprobación
dada por el Padre Maestro.
El santo obispo de Tarazona Fray Diego de Yepes, Jerónimo,
confesor de Felipe II y de la Santa.
Fray Jerónimo Gracián, Prior del convento de Úbeda: “con esta carta se tranquilizó la Santa,
cosa que antes no había podido”.
El P. Francisco de Ribera S.I., hablando de esta carta dice
“tanto fruto hizo siempre con sus
palabras y con sus escritos”
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