El baezano Antonio
Calderón nació a finales del siglo XVI y estudió Artes, Filosofía y Teología en
la Universidad de Baeza, donde después enseñó Filosofía. En 1621 fue becario
del Colegio de Cuenca, donde tuvo gran reputación, enseñando en las cátedras de
artes, escritura y Santo Tomás. Fue promovido lectoral de Salamanca, en 1638 le
confirieron una canonjía en Toledo y poco después fue nombrado maestro de la
Infanta María Teresa (posteriormente reina de Francia) y capellán mayor del
real convento de la Encarnación. Renunció al obispado de la Paz en Perú. En
1653 fue presentado para el arzobispado de Granada, pero murió antes de que
llegasen las bulas.
El fervor inmaculista
que el Santo maestro Juan de Ávila imprimió a la Universidad de Baeza
aumentó la devoción a la limpia concepción de la Virgen que a Calderón le
inculcaron sus padres desde sus primeros años.
Como él mismo reconoce a lo largo del capítulo 1º del libro
que escribió sobre la Inmaculada “cuando
su madre estaba a punto de darle a luz, a la puesta del sol, iba a la iglesia
de la Concepción a rezar, porque había oído decir que las parturientas que
invocasen a la Inmaculada Concepción, la Santísima Virgen les prestaría ayuda
en el momento del parto. Narra así mismo
que en su barrio se encontraba el
colegio de los jesuitas, donde su madre confesaba y comulgaba, y como estando
en ese templo, sintió los dolores del parto. Allí se encomendó a la Inmaculada
y al poco tiempo, trasladada a la casa, le dio a luz. Con una visión
providencialista, Calderón recuerda que
nació un 8 de octubre, memoria litúrgica de Santa Brígida, que en sus
“Revelaciones” habla también de la Inmaculada Concepción.
Cuando en 1618 la Universidad de Baeza hizo el juramento de
defender este misterio mariano, él, entre los maestros y doctores juró defender
esta verdad de fe, siendo él el encargado de recoger en un libro las fiestas
que con motivo de este juramento se celebraron entonces. Cuando en 1620 alcanzó
el grado de licenciado repitió el juramento por segunda vez y por tercera al
ser investido como doctor en teología el mismo año. Cuando en 1624 alcanzó el
grado de bachiller en la universidad de Salamanca volvió a repetir el juramento
e igualmente en la universidad de Toledo en 1629.
Desde su puesto en la corte de Madrid, se distinguió como
uno de los más eficaces organizadores y coordinadores de las sucesivas campañas
de la Monarquía, destinada a obtener de Roma la definición dogmática de la
Inmaculada, que no se haría realidad hasta el 1854.
( tomado de
un artículo del Dr. Martinez Rojas publicado en el catálogo JUAN DE ÁVILA
El Maestro y su tiempo)
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